lunes, 30 de mayo de 2016

Módulo V. Arte y emociones


Cuando escuchamos la palabra creatividad, lo primero que, generalmente, nos viene a la cabeza son las distintas disciplinas artísticas. Tanto la creación como la apreciación del arte son procesos profundamente emocionales. El arte nos hace subir a una montaña rusa de tristeza, tranquilidad y angustia. Pablo Picasso, uno de los artistas más creativos del siglo XX, concebía al artista como un receptáculo de emociones y un vehículo de transformación de esas emociones vividas en obras de arte tangibles (Picasso, 1988). Pero las emociones no solo desempeñan un papel importante en la esfera de la creatividad artística. El proceso de invención e innovación en cualquier ámbito de actividad humana, desde una investigación científica hasta una emprendedora iniciativa empresarial, está lleno de emociones: frustración al encontrarse en callejones sin salida, desconcierto ante lo desconocido, ilusión al analizar nuevos problemas y euforia al conseguir finalmente un éxito.

Hagamos aquí un alto en el camino para exponer lo que entendemos por creatividad. ¿Qué podemos considerar creativo? Los psicólogos estudian la figura de la persona creativa, el proceso creativo y el producto creativo, por lo que en este capítulo haremos referencia a las tres formas de entender la creatividad. Los psicólogos se interesan por estudiar a personas creativas porque quieren conocer bien a los creadores, saber cómo son y describir sus rasgos, sus habilidades y sus experiencias vitales. Al estudiar el proceso creativo, se analiza la manera de pensar y trabajar de las personas creativas, cómo descubren los problemas que deben resolver, cómo los abordan y cómo los afrontan. Por último, los productos creativos pueden ser ideas, representaciones o artículos, concebidos ya sea individualmente o en grupo. La generación de productos es clave a la hora de analizar la creatividad, ya que en su ausencia tan solo estaríamos hablando de un sueño que no se ha cumplido.

 

¿Cómo se materializa una actitud creativa?

Es decir, el hecho de observar el mundo con curiosidad y receptividad–, en un pensamiento y en un acto creativo? En el proceso creativo el conocimiento y las habilidades de pensamiento adquieren una importancia crucial. La persona tiene que ser capaz de aportar ideas diferentes y de concebir posibles soluciones a problemas complejos. Para ello, generalmente es necesario contar con un amplio conocimiento de un ámbito de trabajo determinado. 

Hasta la fecha, la mayoría de los estudios de investigación sobre las emociones implicadas en el proceso creativo se han centrado en analizar cómo los distintos estados de ánimo fomentan u obstaculizan la generación de ideas. Alice Isen y sus colegas de la Cornell University (Estrada, Young e Isen, 1994; Isen, 1999; Isen, Daubman y Nowicki, 1987).
Así, si el hecho de estar alegre es clave para concebir ideas creativas, ¿cómo lograron ser creativos todos aquellos prestigiosos artistas que no destacan precisamente por su alegría? Algunos investigadores han sugerido que más que analizar la influencia de las emociones positivas o negativas, se debería examinar cuáles son las emociones que impulsan a una persona a actuar (Baas, De Dreu y Nijstad, 2008). Por ejemplo, un pintor sumido en un estado de ánimo positivo podría sentirse satisfecho con su cuadro y decidir poner fin al proceso creativo, perdiendo así cualquier idea original que se le pudiera haber ocurrido más adelante de haber seguido trabajando en dicho cuadro. Por el contrario, un pintor descontento con un proyecto podría verse impulsado a esforzarse más y persistir en su trabajo durante más tiempo, lo que le podría llevar a ser más creativo. Podría ser que una persona necesite experimentar en primer lugar una emoción negativa que la impulse a actuar para pasar después a sentir emociones más positivas, a medida que se desarrolle el proceso creativo (Bledow, Rosing y Frese, 2013). 

El hecho de que algunas personas tengan una mayor capacidad para sobrellevar la ansiedad o canalizar su frustración, demuestra que sus emociones influyen en su pensamiento y su trabajo creativo, y que tienen más habilidad que otras personas para gestionar sus emociones. Partiendo entonces de la presunción de que podemos sacar provecho de nuestras propias emociones e influir sobre ellas, nuestra investigación se centra en averiguar cómo podemos utilizarlas para fomentar la creatividad. Así pues, no nos preguntamos qué emociones favorecen la creatividad, sino más bien nos interesa saber cómo se pueden aprovechar o transformar para conseguir una mayor creatividad.

Pablo Picasso afirmaba que los artistas eran receptáculos de emociones y vehículos de transformación de las emociones (Picasso, 1988). De igual modo, el prestigioso director de cine Stanley Kubrick comparaba el cine con la música, apuntando que ambos deberían ser una progresión de estados de ánimo y sentimientos a los que se añade posteriormente una temá- tica y significado (Kogan, 1989). Las emociones son vitales para todas las disciplinas artísticas, desde la pintura hasta la escultura, la música, el cine, el teatro y demás artes. Para algunos artistas, esto es un proceso inconsciente y lo perciben como algo automático o natural. No obstante, las habilidades de inteligencia emocional se pueden enseñar, practicar y desarrollar (Brackett, Rivers, Reyes y Salovey, 2012; Rivers y Brackett, 2011), de modo que el libro Arte, lenguaje y emoción: la función de la experiencia estética desde perspectiva Vigotskiana" por el autor Darío Páez, te dará herramientas para que construyas tu propia concepción y experiencia en el arte.

Te recomendamos que de acuerdo a las actividades previamente realizadas vayas construyendo tu propia canalización de emociones.

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